Todo perro-mascota conocido espera por lamer los restos del plato de su amo como si se tratara del más delicioso y exquisito festín. En ocasiones ocurre lo mismo con las personas, esperan ansiosas por las sobras de otros sin darse cuenta, ya sea voluntaria o involuntariamente, de que poseen sobre la mesa un plato propio.
Cómo somos los humanos, ¡hay que ver! Nos equivocamos tanto y tan a menudo que, qué quieres que te diga, yo sigo intentando convertirme en dinosaurio poco a poco. Al menos, así tendré excusa para comerme a los demás.
ResponderEliminarGracias por pasar por mi blog, te sigo de vuelta y te añado a mi lista ;)