domingo, 5 de febrero de 2012

Cada vez que saltan los plomos

Él la mira, su piel, si puede ser llamada así, metalizada, plateada e inerte como la luna llena, él la desea, disfruta pudiendo contemplarla sin temor. No puede moverse pero su interior es una incesante tempestad en mitad de un gran océano, imperceptible para quien ve la televisión cómodamente sentado en su casa pero mortal para los navegantes poco precavidos. Ambos son los bailarines principales en una danza desbocada de sensuales miradas. Entre ellos literalmente "saltan chispas" : resistencias, transistores,  circuitos incandescentes. Cada vez que se va la luz fue por que la tostadora y el microondas quisieron hacer amor.

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