miércoles, 7 de marzo de 2012

Mirada al cielo

   Como cada noche desde hacía una semana el gato solitario fue a ver a su nueva amiga la luna. Alzó el gatito su mirada al cielo y con tan solo un vistazo pudo descubrir en ella una inútilmente camuflada soledad.
  Apenas se conocían pero el gato les consideraba a si mismo cómplices; De este modo, el animal decidió que complacería de su amiga cada uno de sus sentimientos. Con esta finalidad, como sombra en noche cerrada, salio en busca de amantes de luna. Los niños eran pasajeros preferentes en este viaje desesperado por surcar los cielos y ejecutar el abandono. Camuflado bajo su amable piel minina y un maullido lastimero atraía a las pequeñas criaturas de inocente voluntad hasta la orilla de un pequeño lago en lo más profundo de un céntrico y enorme parque. Una vez allí se dejaba acariciar melosamente y aprovechando ese momento de distracción, con un grácil movimiento, los enviaba con ella. Darle recuerdos - decía - susurrarle al oído que la extraño, no la olvido. Con pausada lentitud las aguas negras de la laguna restablecían su calma, simultáneamente, los pulmones de los viajeros quedaban sin oxigeno, sin latidos su corazón bajo el reflejo lunar.
  A partir de ese momento, y por cada muerte causada por su felino compañero, el astro decidió vestirse de luto. Adornando su cuerpo un infortunado vestido rojo, nuestra dama contemplaba con rechazo las vidas perdidas que llevaban su nombre.

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